Reseña Cho Jikuu Yousai Macross (1982)
A principios de los años 80's se estrenaría en Japón una serie de anime basada en las ideas del entonces joven visionario Shoji Kawamori, quien anteriormente había empezado a trabajar en la industria como animador y diseñador de juguetes, recibiendo así la oportunidad de llevar a cabo un proyecto basado en una idea suya, que a la postre se convertiría en un parteaguas y referente de la industria y sobre todo de una época en particular.
Reuniendo a un equipo aunque bastante competente y prometedor, pero a la vez algo inexperto, la producción tuvo la extenuante tarea de resolver situaciones "sobre la marcha" sin una planeación propiamente dicha, lo que hizo mella en la calidad final del proyecto.
Pero a pesar de todas las adversidades, la serie de televisión "Cho Jikuu Yousai Macross" hizo historia, al inspirar a diversas generaciones de creativos dentro y fuera del Japón con una magnífica historia que gozaba de un argumento por demás sólido pero sobre todo conmovedor, sabiendo congeniar con una audiencia global a pesar de no haber sido planeada de esa forma originalmente.
La historia de una invasión alienígena se ha contado cantidad de veces, desde aquellas antiguas películas de bajo presupuesto en Hollywood en los años 50's, pero esta premisa se vería bastante reivindicada tres décadas después, no sólo en la unión americana, sino también en el lejano oriente, que ya desde finales de los 70's venía produciendo series por demás interesantes que recurrían al género "space opera".
De clara inspiración del trabajo de Leiji Matsumoto y con claras reminiscencias de la celebérrima serie "Gundam", este clásico proyecto iba más allá de la típica historia de un estrambótico conflicto de proporciones cósmicas, complementándolo de forma muy audaz con una historia de amor si bien, en retrospectiva, por momentos podría apreciarse como tremendamente cursi, en aquella época difícilmente ambos estilos podían acoplarse en una serie de televisión animada, incluso en Japón.
Por si fuera poco, la serie cuenta con un grupo de personajes de lo más carismáticos, cada uno con particularidades muy bien definidas, pero que al ser tan numeroso dicho grupo, al final de la serie, sencillamente no se obtiene un desarrollo adecuado para la mayoría de ellos, llegando incluso algunos a simplemente "desaparecer" o no tener un arco argumental del todo definido, por más potencial que pudieran tener.
La estética de la serie resulta incomparable, gozando de los diseños mecánicos más sofisticados que se habían visto en la industria hasta ese momento, producto de la privilegiada imaginación de Kawamori, que sin embargo, flaquea al momento de brindar un cierre satisfactorio (al menos para estándares occidentales), para sus personajes, dejando muchos elementos de la historia abiertos a la interpretación, por no decir, poco aterrizados, que si bien, para ser un debut como creador no estaba nada mal, a la postre esto curiosamente se convertiría en uno de sus principales rasgos como realizador.
A pesar de que la música es indiscutiblemente un elemento clave de la franquicia desde su origen, la banda sonora compuesta por el señor Kentaroo Haneda, para bien o para mal, no resistió la prueba del tiempo, necesitando así de cierto bagaje y sensibilidad artística para poder apreciarla hoy día, aunque aún con ello, es imposible ignorar algunas composiciones que llegan a ser demasiado rocambolescas y que no hacen sino demeritar la esencia de la obra original, criminalmente adaptada posteriormente para el mercado occidental, con resultados que no serían menos bochornos sino todo lo contrario.
Debido a su duración relativamente corta, la serie llega a tener un ritmo algo irregular, llegándose a sentir algunos acontecimientos clave del argumento algo apresurados (definitivamente, los "deadlines" fueron el peor enemigo del proyecto), lo que llega a ahogar algunos elementos interesantes de la historia impidiendo así una debida apreciación por parte del espectador, requiriendo así numerosas "revisitas" para lograrlo.
Con sus virtudes que fueron muchas y defectos igualmente numerosos, la serie hizo época y ha conmovido a distintos tipos de públicos a través del tiempo y el espacio, trascendiendo como una obra a la que la palabra entrañable le queda chica, razón por la que con frecuencia los recurrentes errores de continuidad y elementos anacrónicos resultan a la postre irrelevantes, por que contra y viento y marea había nacido ya una franquicia de medios, una que Hollywood ha estado lamiéndose los labios por explotar desde hace décadas, ya sea de una forma o de otra, tanto potencial mostró este proyecto, que a la fecha de redactado este artículo llega a 40 años de existencia, por lo que para concluir no puede definírsele de otra forma más que como inolvidable.
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