Reseña Macross 7 Trash
A mediados de los años 90's, uno de los pilares creativos de la serie original de Macross de 1982, el talentoso ilustrador Haruhiko Mikimoto, haría un intento por incursionar de lleno en el medio del manga, uno al que si bien, no era para nada ajeno, habiendo ya trabajado en diversas obras, hasta ese momento nunca habría tenido una obra que pudiera considerarse como notable.
Para esto, Mikimoto se valdría de la popularidad de la serie de televisión Macross 7, que aún se encontraba en emisión por aquella época, intentando mostrar una visión mucho más profunda de lo que era la franquicia para él, a diferencia del tono notablemente aligerado que mostraba su contraparte animada, recurriendo a una narrativa mucho más intrincada e incluso, un tanto cínica, con el manga al que titularía Macross 7 Trash.
La obra destaca por intentar desviarse de la dirección creativa que estaba tomando la franquicia, al intentar abordar temas complejos como lo era un oscuro complot gestado dentro de las filas del ejército, y las intrigas que rodean al personaje principal, Shiba Mido, planteando un supuesto origen ilegítimo en el protagonista, en el que se nota la intención del autor, de tratar de hacer que la desgastada relación marital del Capitán Maximilian Jenius y Milia Fallyna tuviera sentido.
Sin embargo, a pesar de lo bien intencionada que resultaba la premisa de la obra, Mikimoto iría desviándose de esta narrativa principal, además, de decidir no hacer uso de los vastos diseños mecánicos vistos en la serie animada, teniendo sólo algunas apariciones esporádicas, en momentos muy puntuales de la historia, la cual, dicho sea de paso, acabará centrándose en el drama personal de los dos personajes principales, llegando a relegar las intrigas político-militares a un segundo plano.
Tal como era su intensión, la obra mantiene un tono algo sombrío, sin llegar a recurrir a retratos crudos o sórdidos en ningún momento, pero si sobrepasando ciertas barreras que en ocasiones, parecieran estar severamente delimitadas en la serie de televisión, consiguiendo así, retratar perfiles mucho más humanos, y con los que una audiencia más madura puede conectar mejor.
Sin embargo, al principio de la obra, esta muestra un ritmo bastante lento, con un estilo tal vez excesivamente solemne, que ahuyentara inmediatamente al fanático casual, quien sin duda la llegará a encontrar de lo más monótona e incluso, aburrida, sobre todo, por la antes mencionada ausencia de "mechas", los cuales son considerados como un elemento imprescindible de la franquicia, sin mencionar el hecho de que, Mikimoto hace uso del recurso del "flash back" en varias ocasiones, si bien, indicándolo debidamente al mostrar un fondo en color negro en la página, esto desafortunadamente, no deja de ser algo confuso en todo momento.
En contraste con su narrativa, a nivel visual, Macross 7 Trash destaca por mostrar composiciones bastante dinámicas en las viñetas que conforman la composición de las páginas, lo que sin duda es un punto a favor, considerando que Mikimoto no tenía demasiada experiencia en el medio, por lo que se hubiera podido esperar una composición de viñetas mucho más básica y plana, al mismo tiempo que logra mantener su impecable estética, plasmando perfectamente su alabado trazo, lo que, en contraste con otras obras de similar naturaleza, que en su versión impresa, llegan a mostrar una estética mucho más burda.
Tristemente, este mismo dinamismo mostrado en las peculiares secuencias de acción, hacen del peculiar deporte llamado "T-CRUSH", algo sumamente difícil de comprender, si bien habiendo explicado sus reglas en los primeros capítulos de la obra, estos principios no se respetarían a cabalidad durante el transcurso de la obra, en el que se mostrarían enfrentamientos cuerpo a cuerpo, que ya poco tienen que ver, con las carreras en patines, o en este caso, "aero-cuchillas", lo que acaba demeritando a la premisa en sí.
Probablemente la más grande virtud de la obra es la decisión del autor de retratar un drama humano, particularmente con la historia del personaje de Enika Chellini, a quien usa para cambiar la percepción a la figura de la cantante "idol", (siempre imperante en el universo Macross), la cual en ocasiones, parece excesivamente idealizada, mostrando así, el lado oscuro de esta industria y el arduo camino de una persona que duda de sus propias capacidades, llegando a caer en un pasaje de su vida de lo más oscuro.
Manteniendo algunos de los elementos que más caracterizan la franquicia, tales como un triángulo amoroso y la música (dentro de lo que cabe), Mikimoto nos ofreció una obra de corte más personal, y que, no se ocupaba demasiado de complacer fetiches específicos, lo que le convierte en una propuesta mucho más honesta, pero por desgracia, también menos relevante.
Uno de los peores errores que Mikimoto cometería durante la publicación de la obra, (la cual fue por cierto bastante irregular), fue el cambio de dirección que el argumento fue tomando, llegando incluso a desplazar a muchos personajes que, en sus primeras apariciones, mostraban mucho potencial, los cuales fueron perdiendo relevancia de manera algo abrupta, muchos de ellos, incluso careciendo de un apellido, lo que les deja bastante relegados, dando la impresión de que el autor no fue del todo cuidadoso en su concepción, y mucho menos en su desarrollo, sin mencionar aquellos, que, ni siquiera tuvieran ninguna clase de nombre.
En conclusión, la obra resulta recomendable, únicamente para los más grandes fanáticos de la franquicia, los cuales pueden llegar incluso a sentirse algo decepcionados, al no encontrar grandes revelaciones que logren un gran aporte a la cronología de la saga, siendo los eventos aquí relatados de muy poca trascendencia dentro de su universo, lo que acaba relegando a este manga, como un proyecto menor, el cual desgraciadamente, puede considerársele como prescindible.
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