El Regreso del Hijo Pródigo: Una Debida Reestructuración
A principios de los 90’s, Shoji Kawamori se encontraba en un periodo de transición creativa en el que incluso llegó a involucrarse en el desarrollo de una adaptación cinematográfica de la historia original de Macross, nada más y nada menos que en Hollywood, California, proyecto que como podemos darnos cuenta, nunca llegó a concretarse, pero que por otro lado, sería el primer indicio para el esperado regreso de Kawamori a la franquicia.
Luego del pobre desempeño de la serie de O.V.A’s “Cho Jikuu Yousai Macross II: Lovers Again”, BIG WEST comenzaría un acercamiento con Kawamori, rehusándose así a dejar perder el potencial que Macross tenía, y por supuesto seguir explotando su propiedad intelectual, logrando así eventualmente, llegar a un acuerdo con el diseñador para desarrollar un proyecto con una visión completamente renovada en todos los aspectos.
Para esto, Kawamori decidiría rodearse de un grupo de talentosísimos creativos que en ese momento tenían un futuro por demás prometedor, pero que aún no daban el gran salto en la relevancia que estarían por obtener por mérito propio.
Es así que el siempre detallista Kawamori realizaría un viaje de investigación junto con su habitual colaborador, el animador Ichito Itano, hasta la mismísima Base Aérea Edwards; un complejo militar en donde se realizan pruebas de vuelo a prototipos de aviones de combate experimentales por parte del Ejército de los Estados Unidos, en el estado de California, con la intención de documentarse debidamente y obtener resultados más realistas en las secuencias que la dupla habría de plasmar en su siguiente proyecto.
Por otra parte, el naciente talento, Shinichiro Watanabe empleado del prolífico estudio Sunrise, mundialmente conocido por sus sobresalientes obras, y por ser la encargada de la producción de las innumerables series de la franquicia Gundam, recibiría la oportunidad de debutar como director para este nuevo proyecto, decidiendo contar a su vez con la colaboración de la prometedora compositora Yoko Kanno, quien luego de haberse labrado camino en la industria de los video juegos, daría el salto a la industria de la animación en los primeros años 90’s con un éxito si bien moderado en sus primeros trabajos, esta ya mostraba un enorme potencial.
Con el destino reuniendo a estos y otros numerosos talentos para un nuevo proyecto, finalmente llegaría en 1994, una visión futurista para la franquicia, no sólo en el obvio aspecto conceptual representado, sino también por los aspectos de su propia realización, en la que se recurriría a una serie de técnicas de lo más innovadoras y a una visión creativa adelantada para su época, dando a luz así a uno de los momentos más gloriosos de la franquicia, en el más que adecuado formato de mini serie O.V.A. que permitía alcanzar los estándares de calidad de una película pero prolongando ligeramente su duración, con cierta periodicidad, llegando así luego de una serie de tropiezos una obra aclamada que vendría a definir un concepto visual y musical difícilmente visto anteriormente, cuando tal vez, ya nadie lo esperaba.
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