Un flagrante abuso de confianza
Es justo decir que las intensiones de Mack en un principio eran genuinas y tenía pues pretendía transmitir el producto tal cual como lo adquirió, tal vez con algunas ligeras censuras pero respetando la esencia original. Sin embargo el destino depararía algo muy distinto para todos nosotros, ya que los requerimientos de la industria, particularmente en Estados Unidos, estipulaban ciertos lineamientos, que hacían incompatible al producto original, particularmente en lo que respecta a su corta duración, teniendo apenas 36 episodios, cuando la mínima era de 65.
Macek resolvería este predicamento de manera algo “improvisada”, decidiendo unir los tres títulos que había adquirido en su viaje a Japón, en un solo producto, generando de paso una franquicia “propia”, editando además algunos de los aspectos que él consideró menos atractivos, como lo serían principalmente los nombres orientales de los personajes, algunos conceptos que consideró demasiado rebuscados y trágicamente la música.
El resultado más que un híbrido fue más bien una aberración deforme, incongruente, forzada y grotescamente tropicalizada, algo que si bien pudiera resultar vagamente comprensible, algunos agravantes posteriores nos hacen caer en la conclusión de que fue más bien abusivo y propio de un enano criterio y de una perspectiva cultural sumamente pobre, aunque claro en un principio muy funcional.
Así pues, Macek contaba con los derechos de transmisión de varias series de animación, decidiendo unir las tres con mayor similitud en su discurso visual, siendo naturalmente la principal de ellas, Cho Jikuu Yousai Macross además de Cho Jikuu Kidan Sazan Kurosu (algo así como "Súper Caballería Espacial de la Cruz del Sur") y Kiko Soseiki Mospeada (algo así como "Génesis Armado Mospeada"), dando como resultado una serie de 85 episodios a la que decidió asignar el nombre de "Robotech", en un ejercicio de la más básica mercadotecnia de la época, con una contracción de términos fácilmente pronunciable y recordable, en contraste con los rimbombantes y rebuscados títulos originales japoneses que hacían una pesadilla el intentar venderlos a niños que difícilmente podrían si quiera pronunciarlos.
La serie fue un éxito en Estados Unidos, compitiendo fuertemente con otras franquicias más autóctonas ya establecidas de ciencia ficción, por lo que naturalmente no pasó mucho tiempo para que la ambiciosa productora comenzara sus despreciables planes de expandir la franquicia en un principio volviendo a utilizar vilmente otro de los títulos que adquirió en su viaje a Japón, en este caso la visualmente cautivadora "Megazone 23", parte del infame trato realizado con Tatsunoko y que formaba parte de toda la fiebre de la ciencia ficción y el mecha que imperaba en el Japón de principios de los 80’s, teniendo además la ventaja de contar también con el diseño de personajes de Haruhiko Mikimoto, lo que hacía que los espectadores pudieran familiarizarse mucho más fácilmente con la estética manejada y sintiera que había una especie de cohesión en la franquicia, aunque por supuesto afirmar algo como eso más que un error sería caer en un estado de negación e injustificable indulgencia ante una franquicia compuesta por elementos superficialmente similares, con una continuidad forzada, sin mencionar la carente integridad artística que siempre les caracterizó.
Conociendo la voracidad del mercado americano, Macek comenzó a trabajar, en esta ocasión pretendiendo aportar material 100% original y de su autoría, aunque debido a las pobres capacidades artísticas tanto argumentales como visuales del equipo reunido, el resultado obtenido fue naturalmente, una rápida debacle en su “hechiza” franquicia, comenzando a editar secuelas visualmente repulsivas y con un argumento tan plano y poco cautivador, con diseños mecánicos tan ordinarios que rápidamente sepultaron sus ambiciones de convertirse en un prolífico desarrollador y más bien a partir de entonces volverse un oportunista que se aferraría hasta el final de sus días a vivir de las migajas y del recuerdo de la manera menos ortodoxa y patética, como el más vil carroñero incapaz de desarrollar contenido de calidad, editando espeluznantes historietas de una calidad poco menos que abominable, que casualmente lo único que hacían era contar y recontar la mentada “primera generación”, que resultaba no ser otra que la que usaba como “base” la serie original Cho Jikuu Yousai Macross, que indiscutiblemente siempre fue y seguirá siendo la más atractiva de sus charadas y que aún hoy día con productos de mediocre calidad, continúa llenando los bolsillos tanto de sus descendientes como del resto de los involucrados en la compañía Harmony Gold.
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